martes, 21 de septiembre de 2010

UNA VISIÓN MUY PERSONAL DE MARTIN GORE


Una de los grandes del pop de los ochentas han sido Depeche Mode y lo siguen siendo, aunque han mutado a lo largo de los últimos hasta refugiarse definitivamente en sonidos oscuros y fríos, enigmáticos. Los primeros Depeche Mode eran un tanto "naif": melodias inocentes, tecno juvenil, reiteraterativo, festivalero y discotequero. Competían con engendros de la modernidad como Mat Bianco. Recuerdo que este grupo empezó a gustarme a raíz del directo 101, donde aparecía una canción fabulosa llamada "Never let me down" que introducia a la formación en una espiral de autodestrucción. Este mal karma se convertiría en una constante en trabajos sucesivos. Igualmente, Violator me pareció un gran trabajo, a pesar de que los entendidos y hagiógrafos de la iconografía musical siniestra-oscura se empeñaban precisamente en lo contrario; para los fans de siempre, Violator era un sacrilegio. Con Violator apareció un nuevo público ávido de experiencias oscuras y los temas Personal Jesus, World in my eyes y Enjoy the silence se convertirían en himnos generacionales. Los tiempos discotequeros del abanico, el disfraz de tuno new romantic y el fagín morado se quedaban en el camino y surgía el embrión de lo que hoy en día conocemos como el movimiento de rock gótico o gente dark.
De Personal Jesus se han hecho múltiples vesiones. Una de las que más aprecio le tengo es la de Johnny Cash, que aprovecha la base rítmica de country de esta canción para adecuarla a su inconfundible estilo, al igual que haría con el tema "Pain" de Trent Reznor. Por supuesto la que hacen Marilyn Manson en Lets We Forget a finales de los 90 no tiene desperdicio. Esto mismo le ocurre a la versión de Wally Tours del "Personal Jesus" fr Martin Gore. La vocalista de Wally Tours consigue emular el climax de Depeche Mode y aunarlo con la forma actual de entender el rock gótico. La instrumentación es limpia y sugiere un ambiente de brujerías espeluznante. Se trata de una versión pulcra y de gran calidad, que el crítico recomienda a todos los amantes de los géneros siniestros.

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